Phthiraptera, castellanizado como ftirápteros y comúnmente conocidos como piojos es un orden de insectos neópteros, de desarrollo heterometábolo paurometábolo, sin alas, que incluye unas 3.250 especies. Son todos ectoparásitos obligados de aves y mamíferos, a excepción de los monotremas (el ornitorrinco y los equidnas) y algunos órdenes de euterios, como los quirópteros (murciélagos) y folidotos (pangolines). Los huevos de piojo se llaman liendres, que los piojos adhieren al pelo de su huésped.
Son altamente específicos con el huésped muchas especies incluso prefieren lugares específicos en el cuerpo de su huésped. Mientras los piojos pasan su vida entera sobre el huésped, han desarrollado adaptaciones que los habilitan para mantener un contacto cercano con él. Estas adaptaciones son reflejadas en su tamaño (de 0,5 a 8 mm), patas y garras fuertes para agarrarse firmemente al pelo, piel y plumas, sin alas e inflados dorsoventralmente. Se alimentan de restos de piel (epidermal), partes de plumas, secreciones sebáceas y sangre. Su color varía de beige pálido a gris oscuro. Si se alimentan de sangre, pueden ser considerablemente más oscuros. Los piojos no saltan pero pueden ser contagiados por contacto, pues suelen trasladarse de un huésped a otro.
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La pediculosis es el término médico de la infestación con piojos. El rastro más antiguo de infestación por piojos en humanos es de 6900 a 6300 A.C en las momias egipcias. Los piojos siguen estando vigentes y de manera creciente y es usual encontrar tasas de infección del 5 al 20% en colegios de países desarrollados. Esto es debido a básicamente dos razones principales: resistencia a insecticidas e incremento de los viajes.
En los últimos años la pediculosis ha pasado a ser un fenómeno tan frecuente que ya casi no llama la atención, pasando de ser una enfermedad que se ocultaba, a constituirse en un hecho casi habitual en la vida del niño en etapa escolar.
Pero esta forma de ver las cosas puede originar diversas consecuencias en el chico, desde afectar su rendimiento escolar, hasta producir serios daños en el organismo. Es necesario entonces conocer al enemigo contra el cuál luchamos, para establecer las estrategias más adecuadas para su control y su erradicación.
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