Se llama tarántulas a las arañas más grandes de la familia licósidos (Lycosidae), especialmente miembros del género Lycosa como Lycosa tarantula. Los colonizadores del Nuevo Mundo pasaron a llamar tarántulas a las arañas, mucho más grandes, de las familias americanas Theraphosidae y Dipluridae. En la literatura en inglés, la palabra tarantula se refiere sólo a éstas últimas y se llama wolf spiders (arañas lobo) a los licósidos.
El nombre procede del italiano tarentola y alude a la ciudad de Tarento (en italiano, Taranto), en Apulia, región italiana meridional en cuyo clima mediterráneo seco son abundantes las arañas de la especie Lycosa tarantula. Su popularidad tiene que ver con el efecto supuestamente mortal de su picadura, que en realidad no es tan grave como la de un par de arañas más pequeñas, Loxosceles rufescens y Latrodectus tredecimguttatus (viuda negra), que también se encuentran en la región. Se suponía que una agitación constante como la que produce la picadura (tarantismo) era, a la vez, la forma apropiada de combatir sus efectos y se dio en llamar tarantela a cierta danza, cuyo ritmo veloz imita esos movimientos. Se atribuía a Pirro, rey del Epiro, haber importado la araña desde su país de origen (en el norte de Grecia) como una forma deguerra biológica en su contienda con los romanos.
Actualmente muchas especies de tarántulas americanas son comercializadas como mascotas exóticas en diversas tiendas especializadas. Y es un mito el que se cree que las tarántulas pueden saltar en defensa propia al sentirse atacadas. Sí es cierto que diversas especies (por ejemplo, de los géneros Grammostola y Brachypelma) disponen de cerdas o pelos urticantes que son capaces de lanzar como defensa contra los depredadores, pudiendo causar a manipuladores graves molestias en la piel, inflamaciones de mucosas si se inhalan, o en los peores casos graves daños en ojos sin protección. Las tarantulas también fueron o pueden ser utilizadas, como objeto de cura de enfermedades.
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